Identificarse con la persona y
propuesta de Cristo debe llevar a quien le sigue y confiesa a vivir en
coherencia a su compromiso bautismal que le permitirá la transformación de vida
a la medida que se disponga a configurarse con Aquel que es el mismo Ayer, Hoy
y Siempre para dar respuestas generosas y oportunas como signo actual del amor
de Dios en medio del momento histórico que le ha correspondido vivir.
Es aquí donde se comprende el sentido
de responsabilidad que asume el cristiano con su realidad circundante y
cambiante y el llamado que tiene en aportar a la resignificación del mundo y del
lugar donde desarrolla su vida y sobre todo donde presta sus servicios por
medio del testimonio y fruto de santidad como manifestación de la construcción
del Reino en medio de sus hermanos.
Surge entones el conjunto de
enseñanzas que brinda la Iglesia, inspiradas en la Sagrada Escritura y en la
Tradición sobre los diversos problemas de la vida social de los seres humanos,
situación y realidad que no puede ser indiferente para aquellas personas de buena voluntad y sobre
todo a los cristianos comprometidos que escuchan las orientaciones de la
Iglesia como Madre y Maestra y están atentos a ser portadores de esperanzas
para sus hermanos y las dificultades que estos padecen en la línea del orden
social y temporal.
Se renueva entonces en medio del mundo
actual, la necesidad de que todo bautizado como laico comprometido pueda llegar
a la compresión de las leyes de la vida social en comunión a la búsqueda de la
justicia y de la paz y a la participación activa en los diversos escenarios de
la experiencia laboral, económica, política, familiar que le son comunes y que
para la Iglesia son espacios propios para la edificación del ser desde los
diversos campos donde se desenvuelve cada persona en la búsqueda de la
felicidad.
Siendo parte de su naturaleza, no resulta
extraño que a lo largo de la historia de
la Iglesia y desde ella, la Doctrina Social se comprometiera en analizar y
juzgar los aspectos positivos y negativos de los diferentes tipos de sociedad
para establecer principios doctrinales a la luz del Evangelio, al igual que
corregir las deficiencias y denunciar cuanto ha sido o sea contrario a la
dignidad del hombre y a los derechos del individuo, de la familia y de
cualquier aspecto de la sociedad, como también el apoyo que se ha brindado a
todo cuanto contribuya al bien común.
Es por esto que la enseñanza del
pensamiento social de la Iglesia forma parte de su misión evangelizadora y
tiene el valor de un instrumento transformador y evangelizador que ilumina
concretamente la vida de los más necesitados y de aquellos que tienen en sus
manos la transformación de esta realidad tan compleja para el desarrollo de los
pueblos.
El ejemplo más sencillo de esta
realidad que nos convoca la encontramos en la forma de vida de la primeras
comunidades cristianas como lo describe el libro de los Hechos de los
Apóstoles: “Los creyentes no consideraban como propio lo que poseían, al contrario,
lo que tenían era común a todos y nadie sufría necesidades”.(cf. Hch. 4, 32-35).
Lo anterior nos sitúa frente a una
comunidad que sale de sí y va al encuentro de los otros, de una comunidad que
comprende el valor de ser hermanos en Jesucristo y que se expresa en la
vivencia de la fe y el amor al prójimo y esto a su vez requiere traducirse en
manifestaciones concretas, tomando forma perfecta el seguimiento de Cristo.
No podemos olvidar la vivencia de la Caridad
Cristiana para las primeras comunidades cristianas y hoy para nosotros, que está
basada en la justicia y en el desarrollo equitativo del bien común. Esta
caridad Social, combate el desorden de miseria del mundo y propone un estilo de
respeto a la verdad y la justicia, que le son comunes aquellos hombres que en
espíritu de libertad son capaces de responder al amor de su Creador en las
necesidades de las personas que tienen a su lado respondiendo a la edificación
del orden social en beneficio del ser humano.
El orden social cristiano, no es solo
una responsabilidad de los creyentes o practicantes, es una realidad que alcanza a todo hombre en línea de la Ley Natural que le es propia al
ser y que le convoca a la vivencia de lo
que se debe hacer y a lo que se debe evitar, uniendo a todos los hombres en la búsqueda de todo
aquello que se deriva de la justicia como lo es la solidaridad, la dignidad
humana, los principios legales y jurídicos para el desarrollo una sociedad que para muchos aunque no lo crean o
compartan se perfecciona desde las enseñanzas de misericordia del Evangelio.
La concepción del bien común va por
encima de cualquier ideología, grupo o movimiento, y se fundamenta así misma en
la naturaleza propia del hombre que encuentra sus raíces más profundas en la
razón y fe como acto moral en el ámbito social por imagen de Dios,
permitiéndole a quien lo descubre y se compromete con este estilo de vida a iluminar
su conciencia y la de los demás, proporcionando la continuidad al fin
sobrenatural que lo es el amor sin medida como manifestación y realización de
una sociedad que anhela la plenitud de los tiempos.
No podemos quedarnos esperando que el
Reino de Dios se manifieste o llegue hasta nosotros si no iniciamos a trabajar
desde una dimensión trascendente en el desarrollo de las virtudes de la fe, la
esperanza y la caridad que asumidas desde Cristo llevan a la perfección de vida
y al reconocimiento de la gratuidad de todo lo que hemos recibido y es nuestra
obligación compartirlo.
Asumiendo una antropología cristiana y
una ética de la solidaridad, podríamos fortalecer los principios del
reconocimiento de los tesoros que hemos recibido como herencia y que es deber
humano y cristiano hacer que estos talentos den frutos y frutos en abundancia
que sustenten el pueblo peregrino que va camino del cielo.
No descuidemos ningún escenario donde
se pueda hacer eco a las enseñanzas de la Doctrina Social de la Iglesia (D.S.I)
iniciando desde la familia como modelo donde se ha fundamentado el estado (hoy
atacada y no tenida en cuenta) hasta llegar a la participación de los asuntos
temporales donde es necesario seguir sentando palabra y testimonio del querer
de Dios como lo es la vida digna de todos sus hijos.
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Dichosos los que construyen la paz, porque Dios los
llamará sus hijos. (Mt 5,9)
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Cristianos en la Sociedad Verdadera Acción Misionera es un texto que describe realmente de lo que debemos hacer parte, aprender a despegarnos de las cosas materiales, dejar las ambiciones y dejar de pensar como individuos y asumir una conciencia social donde pensemos en todos... así como comunidades cristianas que dejaron muchas cosas por ayudar al prójimo, dando amor fe y sobre todo como se menciona en el texto la caridad... gabriel baldrich
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